Sipnosis: Conocido en su barrio por su condición de solitario, Forrester es un hombre cuyo misterio y excentricidad se acercan a límites casi míticos. Cuando Jamal, un destacado estudiante y atleta afroamericano logra colarse en su apartamento con una cartera repleta de sus trabajos literarios, inesperadamente ambos obtendrán algo a cambio.
Una historia de literatura, de superación, de desesperación y sobre todo, de amistad. A través de la relación de un joven negro y de un viejo escritor huraño (por cierto, basado en la figura de J.D. Salinger, quien tan sólo publicó una novela en su vida, "El guardián entre el centeno") somos testigos de la historia de uno de los personajes, desde mi punto de vista, más maravillosos de los últimos años. Si uno engancha con la película es capaz de escuchar grandes lecciones susurradas más allá de la sonoridad del guión- por las teclas de una máquina de escribir. Es una de esas películas que se hacen un hueco en el bagaje de uno. Y luego está lo que ustedes quieran ver o no.
Es de agradecer las actuaciones, esperable la soberbia interpretación del gran Sean Connery como un huraño escritor retirado que se aleja del mundo circundante por un pasado que no lo ha tratado bien. Pero la actuación de la película es la del debutante con apenas 16 años, Rob Brown. El mismo otorga una caracterización soberbia, madura, convincente sobre un adolescente que divide su tiempo entre dos pasiones bastante antagónicas: la literatura y el basketball. Realmente me ha parecido digna de mención y combina a la perfección en ese contraste generacional con Connery en los protagónicos. Tenemos también la participación destacada del "malo" de turno de la película, el carismático F. Murray Abraham en un papel hecho justo para él, como si fuera una especie de antagonista necesario dentro de la historia. Es quien obstaculiza y pone a prueba el talento y la lealtad del joven aprendiz. La voz de Sean y la forma de decir las cosas me pone los pelos de punta.
Por último mencionar que me ha encantado el tema final de los créditos, recomendable por cierto: se trata de "Over The Rainbow/What A Wonderful World" de Israel Kamakawiwo'ole.
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