Le diagnosticaron mal de amores, y muere de tuberculosis
Alina Sarag tan solo tenía 15 años y fue tratada por cinco médicos distintos de cuatro hospitales británicos diferentes y ninguno de ellos supo diagnosticar la tuberculosis que padecía. Los sanitarios aseguraron que sufría mal de amores y que lo que realmente necesitaba era una psiquiatra o un sanador espiritual.
Según el Daily Mail, Alina Sarag falleció después de que varios médicos de diferentes hospitales británicos no supieran detectar la tuberculosis que padecía. Así, en el juicio que se sigue por el caso, la familia de la joven ha relatado que los médicos aseguraron que la adolescente sufría mal de amores. De esta manera, los sanitarios recomendaron a la adolescente que acudiera a un psiquiatra o un sanador espiritual. “Dijeron que todos sus problemas estaban en su cabeza”, tal y como señala su padre, el sultán Sarag.
Otro médico incluso dijo que la joven padecía bulimia. Su padre, que recibe tratamiento contra la tuberculosis, ha asegurado que su hija vomitaba hasta diez veces al día y que se movía como “una anciana con las piernas débiles”. Los médicos, en cambio, restaron importancia a las dolencias de la joven a pesar de ser calificada como paciente de alto riesgo.
¡La despiden por distraer a sus compañeros!
Lauren Odes, de 29 años, ha sido despedida de la empresa de lencería donde llevaba dos días trabajando por tener demasiado pecho, según publica ABCNews. Su jefa le advirtió de que los dueños, judíos ortodoxos, no estaban contentos con su forma provocativa de vestir, que realzaba sus pechos haciéndolos más visibles a los compañeros y provocando "distracción". Por ello, llegó a recomendarle que se los aplastara con papel celo.
"Cuando empecé a trabajar allí, pregunté si existía un código para el atuendo diario de los empleados, y me dijeron que bastaba que mirase alrededor y ver lo que todo el mundo llevaba", ha dicho la mujer en una rueda de prensa. "Así lo hice. El vestido era muy 'casual', ropa deportiva", explicó la ahora desempleada Odes.
Odes tampoco daba crédito cuando su jefa le recomendó aplastarse el pecho: "Cuando mi supervisora me sugirió que me aplastara mis pechos, le pregunté que si estaba bromeando. Entonces, dijo solo le digo que se los cubra un poco más". Tras esto, ella sacó una bata roja estampada con guitarras que se la tuvo que poner. Sintiéndose humillada, fue al servicio a llorar y más tarde le anunciaron su despido.
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