viernes, 9 de julio de 2010

EL INCIDENTE

SIPNOSIS: Todo comienza sin previo aviso. Parece surgir de la nada. En cuestión de minutos, en las principales ciudades de Norteamérica se producen casos de extrañas y escalofriantes muertes que desafían cualquier explicación. ¿Qué está causando este repentino y total colapso del comportamiento humano? ¿Es algún nuevo tipo de ataque terrorista, un experimento fallido, una diabólica arma tóxica, un virus fuera de control? ¿Se transmite por el aire, a través del agua… cómo? Para Elliot Moore, profesor de ciencias de un instituto de Filadelfia, lo más importante de todo es encontrar el modo de escapar de este misterioso y letal fenómeno. Aunque él y su mujer Alma están atravesando una crisis en su matrimonio.

¿ESTÁS ENFADADO PORQUE EL SEÑOR SHYAMALAN TE HACE PENSAR?
Es una película excelente filmada con maestría, es ni más ni menos que la historia que quería contar Shyamalan justo en este momento.

No estaba pensando en nosotros, en si nos gustaría, en la taquilla que haría, ni mucho menos en apaciguar los ánimos de los que no visteis en "El Bosque" una de las más grandes obras maestras del nuevo siglo. Shyamalan quería contarnos, con toda la economía de medios de que fuera capaz, que el fin del mundo no vendrá, porque ya hace años que llegó. Tampoco es una apología del ecologismo ni una crítica sobre lo malos que somos los seres humanos que contaminamos el planeta. Shyamalan, lejos de ello, nos excusa haciéndonos ver que no nos queda más remedio que seguir siendo torpes humanos y que la guerra contra nosotros mismos en nuestro eterno propósito de autodestruirnos se encuentra ya en tan avanzado estado que lo único que podemos hacer es seguir teniendo hijos y amándonos sin saber amar (la insulsa historia de amor no es más que una muestra más de la artificialidad de nuestros sentimientos y nuestro egoísmo, que encuentran en el amor la manera de seguir tirando hacia delante para dar una razón de ser a nuestro único propósito que es el de continuar expandiéndonos como una enfermedad).

El caso es que somos como somos y por eso no tenemos escapatoria. Estamos condenados. Necesitamos anillos de colores que nos digan lo que sentimos en cada momento, y un predictor que nos informe de si estamos o no embarazados. Dependemos tanto de aquello que hemos creado que lo artificial nos ha acabado por aislar de nuestro entorno (es brillante la manera en que introduce esa casa de pega para hacer énfasis en su idea). Ya no somos parte de la naturaleza y la naturaleza ha encontrado la manera de combatir la infección que sufre. Ante semejante ataque, el ser humano responde primero con desorientación, después con pánico, y sólo más tarde intenta razonar analíticamente haciendo uso de su arma cerebral letal e inquisidora, que es nuestro intelecto, aquello que nos diferencia de los demás seres de este mundo. Si las plantas están atacándonos es porque las hemos enfadado... vamos entonces a decirles que somos sus amigos... pero, ¡oh no! esta planta con la que hablo también es de plástico y no me oye, entonces dejemos de columpiarnos sobre ese arce que sufre en sus ramas el rozamiento de nuestro peso en desinteresada fricción... pero, ¡oh no! resulta que el árbol no es el que ataca, sino esas personas escondidas y asustadas que descerrajan sendos tiros con sus rifles sobre aquella pareja de adolescentes.

¿Qué está pasando entonces?, ¿es que acaso no lo entendéis? Shyamalan no ha puesto ningún terrorista ni monstruo descomunal corriendo detrás de los personajes de su película. Sólo vemos la hierba y las ramas de los árboles entrelazando sus dedos con los del viento. El aspecto amenazante de los mismos es algo que está en nuestro cerebro. ¿Y por qué muere la gente entonces? ¡Ja, qué pregunta tan graciosa! ¿Es que acaso no nos queremos matar nosotros mismos? Shyamalan abre con unas imágenes de nubes corriendo aceleradamente por el cielo. Es eso precisamente lo que va a hacer con su film. Acelerar el proceso de automutilación y suicidio al que todos asistimos impasivos. Estamos destruyendo la Tierra, estamos acabando con el planeta. Las plantas no nos atacan, aceleran el proceso de suicidio colectivo, porque han detectado la enfermedad y han evolucionado para intentar acabar con ello. El único enemigo del hombre, una vez más, es el propio hombre. Es paradógico y apoya mi teoría de que Shyamalan no quiere aleccionar a nadie, el hecho de que la siniestra anciana que les da acogida en su casa sea el único personaje de la cinta aislado de la artificialidad del mundo y al mismo tiempo la única que no se entera de lo que pasa. No obstante, no es buena persona, es paranoica y pega a la niña. La solución no reside en renegar de nuestra esencia. Sino en tener más sentido común. Pero quizá ya sea demasiado tarde.

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