martes, 22 de marzo de 2011

No hay nada peor que los sueños a medias... un amor decapitado

ME ENCONTRÉ ESTE ARTÍCULO QUE LA VERDAD ES QUE EXPRESA MUY BIEN ALGO QUE A MUCHOS, ME INCLUYO, NOS HA PASADO ALGUNA VEZ.

Algunas veces cuesta diferenciar el sueño de la vigilia. O tal vez no quieras. Abres un ojo y poco a poco comienzas a tomar conciencia: el tacto de la almohada, la mesilla, un reloj, un cuadro en la pared que reconoces, tu pared, el dormitorio, tu casa, tu hipoteca, tu mundo, tienes hambre. Ahora sabes, aunque no quieras, que lo de atrás era un sueño, que no eres ningún galán con melena ni mucho menos conseguiste rescatar a la princesa del infierno de la droga. Aun así te resistes a creer que aquello no existiera. Parecía TAN real…

Abriste el ojo justo antes de acceder a la cama onírica de una dama cuyo rostro no recuerdas. Justo antes del beso, del roce, de la fusión descarnada. Te levantas, desayunas, una ducha, lees la prensa. No paras de pensar en ese rostro. Tratas de reconstruir cada uno de sus rasgos. La línea de sus ojos, el mentón, las comisuras. No recuerdas nada (puede que su imagen apareciera pixelada para preservar su intimidad, aun en mis sueños).

O tal vez si volvieras a verla sabrías que es ella. Sales a trabajar, coges tu taxi y comienzas a dar vueltas por la ciudad, pero no buscas clientes. Hoy no. Buscas un rostro que encaje con la dama de tu sueño. De dar con ella quizás consigas concluir la historia. Saber al fin a qué saben los besos en sueños. Nada peor que los sueños a medias, los besos a medias. Decapitado amor, como siempre.

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