
La posibilidad de la cohabitación, de la existencia de “otro yo”, apenas tiene cabida en una sociedad eminentemente individualista como la actual. El concepto de sujeto, como ente único e irrepetible, está marcado a fuego en la conciencia colectiva occidental.
Todos hemos especulado alguna vez con la posibilidad de que en algún lugar del mundo exista o haya existido alguien idéntico a nosotros. En este sentido, los innumerables conceptos que hacen referencia al asunto no son sino formas de aludir a un fenómeno de amplio espectro que resultaría difícilmente aprehensible bajo un denominador común.
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