
Por supuesto, un segundo no le cambia la vida a nadie, pero una acumulación de varios sí podría tener una influencia en sectores de alta precisión como las telecomunicaciones, la navegación o los estudios astronómicos. "Un error de un solo segundo supone 300.000 kilómetros en una medida de distancia con una señal que viaje a la velocidad de la luz, como en el caso del GPS, aunque estos desfases acumulados ya se tienen en cuenta", explica Jaume Sanz, investigador de la Universida Politécnica de Cataluña. Los saltos de segundo fueron introducidos en 1972 con el establecimiento del horario oficial llamado UTC.
NO SE PUEDE PREDECIR Ante la falta de consenso, la última asamblea de la ITU, dependiente de la ONU, ha aplazado hasta el 2015 la decisión de erradicar o amnistiar los segundos intercalados. El principal motivo esgrimido por EEUU, abanderado de la eliminación

Los partidarios de mantener el sistema actual, encabezados por el Reino Unido y China, defienden que eliminar los segundos intercalares perturbaría algo la sincronía astronómica. La desviación prevista para este siglo será de aproximadamente un minuto y medio. "Si no existieran esos segundos, y exagerando mucho, podríamos decir que el Sol no se situaría exactamente en lo alto al llegar el mediodía", explica el especialista del Observatorio de la Armada. En un milenio, el retraso acumulado sería de un cuarto de hora.
La opción alternativa sugiere olvidarse de los leap seconds durante unos años y eliminarlos de una tacada en un futuro. "Si se eliminan ahora estaremos trasladando el dilema a las generaciones futuras", prosigue Galindo.
El especialista de la Armada recuerda las similitudes con los años bisiestos, que se añaden también porque el año no dura exactamente 365 días, "aunque su impacto es infinitamente mayor y por eso nadie se plantea quitarlos. Ahí es donde raya la mayor diferencia".
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