Dejando de lado su impecable puesta en escena y su cuidada y minuciosa
ambientación, lo que más me ha fascinado de “La joven de la perla” es la
extraordinaria simbiosis que Webber consigue establecer entre su propio
film y el peculiar microcosmos de Vermeer de Delft. Una simbiosis que
permite al espectador franquear el mágico y enigmático umbral de sus
lienzos y conocer así, ‘in situ’, ese universo de luz, colores, texturas
y veladuras tan característico en la pintura del genio holandés.En una sociedad tan electrónica, donde lo importante es la imagen hay que trasladar nuestro pensamiento a una época donde ese uso de la imagen también era importante, pero en este caso como traslado de las emociones que no se podían utilizar de cara al exterior y, en la mayoría de los casos, tampoco en el interior. Es esplendido el uso del color que utiliza el fantastico director de fotografía Eduardo Sierra, ha conseguido
captar el uso de los colores
del pintor Vermeern así como la sociedad holandesa del Siglo XVII, con
esos colores fuertes pero en la paleta de los azules. Hace de la
película una obra de arte, tal y como las que nos muestran en la
película. También se traslada muy bien las diferencias entre los católicos y
protestantes (tema muy candente en Europa en esa época). Las diferencias
religiosas que se trasladan al día a día, a simples cosas como la forma
de hacer la compra o de rezar."Es una película realizada con conocimiento, intuición, celo, imaginación y sobre todo ambientación. (...) Es bonita, cruel y triste, está dirigida con talento y responsabilidad, con sensualidad y psicologismo del bueno". Los actores mantienen muy bien lo que se pide de sus personajes, sobre todo Colin Firth, el cual hace un personaje basándose más en la observación, en la mirada, que en las palabras (tal como suele hacer un pintor). El papel de Scarlett Johansson es el de una joven que va descubriendo tanto el poder del arte como su atracción hacia su amo y, posteriormente, retratista. Sus sacrificios en favor de la obra de su amo es una muestra de amor o de pasión (según el cristal con lo que lo mires). Por cierto, aquí descubrí yo ha Scarlett.
La joven de la perla” constituye, en definitiva, una modélica, estimulante y didáctica propuesta que desde hoy mismo forma parte ya de mi pinacoteca cinéfila particular y que recomiendo encarecidamente ver a todos aquellos que tengan el más mínimo interés por la pintura. Una pequeña obra de arte visual.


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