martes, 7 de octubre de 2014

¿Por qué nos da flato cuando hacemos ejercicio?

Con el buen tiempo muchos se animan a hacer deporte. Correr es uno de los más populares por su sencillez. El equipo para trotar por las calles se reduce a ropa cómoda y unas zapatillas especiales. Los novatos incian la marcha con mucho ímpetu y grandes ánimos, pero a los diez minutos un dolor aparece en un costado del abdomen que les obliga a parar.

Es el fastidioso flato.

El flato es dolor de diafragma, el músculo que separa la cavidad torácica de la abdominal. Aparece con facilidad en deportistas desentrenados o que han hecho un sobreesfuerzo o personas que no hacen ejercicio de manera habitual. La natación es el deporte que más flato produce, el ciclismo el que menos, los ejercicios aeróbicos, como correr, están en un punto intermedio.

Causas del flato

Las causas no están claras, pero los expertos consultados por RTVE.es coinciden en que se desata por una mezcla de varios motivos.
El principal tiene que ver con la falta de riego sanguíneo bien oxigenado a este músculo. “Con la actividad física, los músculos del resto del cuerpo demandan sangre y el flujo se deriva hacia ellos. El diafragma, desatendido, se fatiga y sufre pinchazos”, explica Pedro Pérez, del Departamento de Educación Física y Deportiva de la Universidad de Valencia.
A esto hay que sumar tirones en los ligamentos que unen el estómago, el diafragma y las paredes viscerales que se producen por los saltos y movimientos propios del ejercicio. También contribuyen al dolor el exceso de gases en el intestino por haber comido demasiado antes de hacer ejercicio y no haber dejado pasar las 2 o 3 horas de la digestión.

Un dolor tipo cuchillada

“Cuando el deportista come demasiados hidratos de carbono, fibras y toma líquidos con gas se distiende el intestino y se produce el dolor”, explica Alberto Oro, de la Facultad de Ciencias del Deporte y la Educación Física de la Universidad de A Coruña. “Lo ideal es comer sopas vegetales, pescado, carne con poca grasa o huevos y comer en pequeñas cantidades”, puntualiza.
Si nos da flato hay que disminuir el ritmo de la actividad o incluso parar. “Es un timbre de alarma del organismo”, subraya el doctor José González, especialista en Medicina Deportiva del Centro Médico Deyre. Si no escuchamos esta alerta y proseguimos con el ejercicio aumenta hasta convertirse en un dolor tipo cuchillada que impide la respiración y produce náuseas. Una vez parados alivia el dolor apretarse en el costado dolorido, agacharse y controlar la respiración.

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