Se acabó lo de ir a Paris a hacer cola para ver La Gioconda. En Madrid teníamos a una “hermana gemela” suya, contemporánea y procedente del taller del genial Leonardo Da Vinci, olvidada en los sótanos y que tras ser sometida a una cuidadosa restauración ha supuesto una espléndida sorpresa al recuperar todo su esplendor renacentista.
Se trata probablemente de la pintura más famosa del mundo.
Cúmulo de misterios interpretativos e históricos (sobre el motivo de su enigmática sonrisa, sobre la identidad de su modelo) y de virtudes artísticas (gran ejemplo del sfumato y del canon renacentista de belleza y de estilo pictórico), la pieza, también llamada Mona Lisa, es una de las visitas obligadas para quien visita no ya el Louvre, museo donde se encuentra, sino la propia ciudad de Paris.
Lo que desconocíamos es que los fondos del Museo del Prado, una de las pinacotecas más importantes del mundo junto con el propio Louvre o la National Gallery londinense, albergaban un cuadro proveniente según todos los indicios del propio taller de Da Vinci donde quedó constancia de la calidad del trabajo no de Leonardo sino probablemente de uno de sus discípulos.
El cuadro ha recuperado no ya los colores originales de la figura femenina sino especialmente el fondo, que permanecía oscurecido, debido al paso del tiempo. La pieza llegó a España en 1.666. El proceso de restauración terminará en marzo y la obra pasará a quedar expuesta de manera temporal en el Museo del Louvre junto a su “hermana gemela” a fin de que los visitantes puedan apreciar este espejo pictórico en el que un sin duda aventajado alumno del taller de Leonardo reflejó una especie de work in progress de uno de los cuadros más famosos del mundo. La autoría se discute entre dos de los alumnos más próximos al famoso pintor: Francesco Melzi o Andrea Salai.
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