Estamos en el año 2055, en un campo de refugiados instalado en un círculo polar ártico donde ya no hay hielo. El cambio climático ha dejado de ser una amenaza para convertirse en un hecho de devastadoras consecuencias ambientales, pero sobre todo sociales y económicas.
Con sólo mirar 40 años atrás, exactamente ahora, quedaba claro hacia dónde íbamos, hacia el desastre. "¿Por qué no hicimos nada para evitarlo?", se pregunta el solitario protagonista de The Age of Stupid (La era de la estupidez), la última película de la comprometida cineasta británica Franny Armstrong.
Todos sabíamos y sabemos lo que se nos viene encima, pero nadie está dispuesto a cambiar un ápice su actual vida de derroche, basada en el despilfarro de combustibles fósiles. Los banqueros y los grandes empresarios los que menos. Corremos en círculos por la playa mientras vemos despreocupados cómo un gigantesco tsunami avanza implacable hacia nosotros.
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