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viernes, 18 de abril de 2014

¿POR QUÉ BOSTEZAMOS? y ¿POR QUÉ SE CONTAGIAN LOS BOSTEZOS?



 ¿POR QUÉ BOSTEZAMOS?

Bostezar ayuda a mantener la cabeza fría, según un nuevo estudio. Las conclusiones podrían contener alguna esperanza para quienes sufren de insomnio, migrañas e incluso epilepsia. 

Aunque los científicos han propuesto varias causas de porqué bostezamos (por fatiga o falta de oxígeno) ninguna ha conseguido resolver la duda. "Podemos poner un hombre en la Luna, pero no entendemos qué función tiene bostezar” dijo el coautor del estudio Gary Hack, de la Universidad de la Facultad de odontología de Maryland en Baltimore. Ahora, Hack y su coautor Andrew Gallup, de la Universidad de Princeton, proponer que al bostezar se expanden y contraen las paredes del seno maxila para bombear aire al cerebro, lo que hace disminuir su temperatura. Ubicado en nuestros pómulos, el maxilar es una de las cuatro cavidades más grandes en las cabezas humanas. “Al igual que los ordenadores, el cerebro humano es muy sensible a las temperaturas y debe permanecer fresco para operar eficientemente”, dijo Hack, cuyos datos recopilados previamente se combinaron combinadas con los de Gallup en el nuevo estudio, publicado recientemente en la revista Medical Hypotheses.

¿Son los senos nasales la solución? Además de resolver potencialmente el misterio del bostezo, el estudio también puede revelar por qué tenemos senos. “Es una teoría unificada donde se explica el motivo de los bostezos y el funcionamiento de los senos nasales y la ventilación cerebral”, dijo Hack.  Ryan Soose, doctor de oído, nariz y garganta así como también director de la Universidad de división de estudio del sueño de la unidad de Pittsburgh Medical Center, agregó, "la hipótesis de que estas dos cosas pueden estar relacionadas, para mí, es muy intrigante".

Pistas Hack, coautor del estudio de 2002 y su equipo realizaron una autopsia a un cadáver cuando descubrieron que la pared posterior del seno maxilar era mucho más fina (y, por tanto, más flexible) de loque se describe en muchos libros de medicina. Los investigadores postularon que cuando la mandíbula se mueve las paredes del seno se reviste, ventilando de este modo los senos. A través de la investigación postdoctoral de Gallup en Princeton, se convirtió en 2007 en el primero en sugerir la teoría de enfriamiento cerebral del bostezo. Desde 2007, Gallup testó la teoría tanto en animales como en humanos). Gallup y su equipo implantaron sondeos en los cerebros de ratas y registraron los cambios de temperatura del cerebro antes, durante y después del bostezo de las ratas. El equipo descubrió que la temperatura cerebral sufría de cambios abruptos en los prolegómenos de un bostezo, donde la temperatura empezaba a declinar y finalmente retomaba la temperatura antes del bostezo. Esto sugiere que los bostezos se provocan por un aumento en la temperatura cerebral y ayudan a enfriar el cerebro. Gallup también estudió a dos mujeres que sufrían episodios crónicos de exceso de bostezos. Pidió a una de las pacientes (quien conocía cuando estaba a punto de sufrir una episodio) que se tomara la temperatura antes y después de sus episodios. Los resultados mostraron que su temperatura corporal era elevada antes el bostezo y posteriormente caia. El coautor del estudio Hack intuye que la teoría será muy polémica dado que toca un tema poco conocido. La teoría acerca de los bostezos pueden influir en la medicina

En general, comprender el bostezo puede ser una herramienta útil para el diagnóstico de ciertas condiciones médicas, tales como la epilepsia y las migrañas, ambas se pueden predecir por un exceso de bostezos, según dicen los científicos. Soose de la Universidad de Pittsburgh añadió que el descubrimiento podría ayudar algún día a médicos en el tratamiento de pacientes con insomnio, el trastorno del sueño más común en U.S. Insomnes a menudo tienen problemas para regular su temperatura corporal, que debe descender para conciliar el sueño. "Se podría prever algún mecanismo por el cual se pudieran enfriar los senos para tratar el insomnio", dijo Soose. "Esto abre las puertas para ayudar a tratar el insomnio de una manera diferente."

¿POR QUÉ SE CONTAGIAN LOS BOSTEZOS?

Son las 07:30h de la mañana. Va en el metro y la persona que está sentada frente a usted comienza a bostezar. A los pocos segundos, no puede evitar que las comisuras de sus labios empiecen a abrirse y también sucumbe. No es el único. El fenómeno puede seguirse como un reguero por todo el vagón.
Que los bostezos son contagiosos es algo bien conocido por todos. Sin embargo, la ciencia no acaba de dar con la explicación de su origen. Solo los humanos y los chimpancés bostezan cuando ven -u oyen- a un miembro de su especie hacer lo propio y, aunque hay muchas teorías sobre las causas de este fenómeno, ninguna cuenta con el respaldo científico definitivo.
La más extendida -y apuntalada- es que todo se debe a la empatía. Nuestra capacidad para entender y ponernos en el lugar del otro (una cualidad que también se ha detectado en primates como los chimpancés) sería la clave para explicar por qué nuestro organismo imita lo que ve en el otro como si de un espejo se tratara.

Sin embargo, una investigación publicada esta semana en la revista Plos One duda de la fortaleza de esta relación y sugiere que tal vez haya que buscar también en otros sitios el origen de los bostezos contagiosos. Elizabeth Cirulli, profesora de la Universidad de Duke (EEUU) quiso analizar a fondo los distintos factores que, hasta la fecha, se habían asociado con el contagio de los bostezos. Su hipótesis es que conocer mejor este fenómeno puede contribuir a la investigación sobre enfermedades como la esquizofrenia o el autismo, ya que se sabe que las personas aquejadas por estos trastornos no se contagian cuando ven a otra persona abrir la boca.
 
Tras un estudio con 328 voluntarios, lo único que parecía tener cierta influencia sobre los bostezos era la edad. Los participantes con más años eran menos proclives a imitar a sus semejantes, si bien este factor sólo permitía explicar el 8% de la variabilidad en la respuesta.
"La gran mayoría de la variabilidad sigue sin explicación", señalan en la revista científica los investigadores. "La falta de asociación entre los bostezos y la empatía en nuestro estudio sugiere que el fenómeno no es únicamente producto de la capacidad individual de empatizar", añaden estos autores, quienes sugieren que es posible que ciertas variantes genéticas puedan explicar por qué algunos individuos son más permeables que otros a replicar un bostezo ajeno.

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