
Adèle Exarchopoulos nació el 22 de noviembre de 1993, en el 14º arrondissement de París. Su padre es un profesor de guitarra de origen griego y su madre es enfermera. Creció en París, donde recibió cursos de teatro de 2001 a 2005. Al mismo tiempo, estudiaba en el instituto Condorcet en el 8º arrondissement. En 2005, un director de casting, que trabaja en el teatro donde ella practica, le ofrece a participar en el



Adèle Exarchopoulos, la actriz en cuestión, no se despega del prototipo de “belleza francesa”. ¿Cuál es la contraseña? Linda de cara, tetitas chiquitas. Y con ese maridaje, que sostiene con una sonrisa de chica buena y unos labios de chica mala, Exarchopoulos se revela como la nueva gema del cinéma de qualité. Mucho más tras ganar un ticket directo al prestigio perpetuo: una Palma de Oro en Cannes. Ese reconocimiento seguramente se plasmará en nuevas actuaciones sofisticadas –como la que aporta en este largometraje del tunecino AbdellatifKechiche– y en más suspiros y en muchos más lugares comunes. Todos válidos para aportar certezas, en un mundo donde Exarchopoulos nos planta mil y una incertidumbres.

Su papel en La vida de Adèle es intenso. Allí, desnuda el cuerpo –en más de una oportunidad– pero también el alma –en los 180 minutos que dura el metraje–. Todas las escenas en las que comparte plano con un colchón, unas sábanas y otro humano son de una perfección inaudita. Y desde ahí, un film que revuelve tópicos de temática homosexual se torna completamente apacible para el público en general.

TRAILER "LA VIE D'ADÈLE"
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