Una placa de 14.000 kilómetros cuadrados de la plataforma de hielo Wilkins se ha desprendido y fragmentado en la península antártica como consecuencia del calentamiento global.
Los gigantescos icebergs en los que se ha descompuesto esa área helada comienzan a dispersarse por el Océano Antártico.
Carlos Duarte, investigador del CSIC y coordinador del proyecto ATOS, ha contestado a las preguntas de 20minutos.es desde el buque oceanográfico Hespérides, que se encuentra en la zona analizando el impacto del colapso sobre el ecosistema del Mar de Belinghausen (al oeste de la península antártica).
Consecuencias para la Tierra
Según nos ha comentado Duarte las consecuencias de este gran desprendimiento pueden ser de dos tipos: "Locales (positivas) y globales (negativas)".
"Las locales pueden ser beneficiosas para la ecosistema de la zona ya que la gran cantidad de icebergs producidos por el desprendimiento, al fundirse, van a liberar una serie de sustancias que estimularán el aumento de plancton, lo que producirá una mayor cantidad de alimento que puede hacer crecer la fauna (como focas, ballenas y otras especies marinas)".
Y por otro lado estarían las consecuencias negativas, que según el investigador del CSIC, se pueden resumir en: "El incremento de la incidencia de los rayos solares sobre la Tierra, favoreciendo el calentamiento global; y el aumento del nivel del mar al fundirse las placas de hielo".
La superficie desprendida (dos veces el tamaño de Euskadi) apenas hará aumentar el nivel del mar unos milímetros en todo el planeta. Lo que sucede es que, esto, sumado al deshielo continuado en los dos polos, si puede ser peligroso a largo plazo, ya que inundaría amplias zonas costeras de la Tierra.
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