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lunes, 19 de agosto de 2013

OLINGUITO, ÚLTIMO CARNÍVORO ENCONTRADO EN LA TIERRA

¿Cuántas especies de olingos existen? ¿Qué es lo que se desconoce de ellos? Eran las preguntas que Kristofer Helgen, un curador de mamíferos del Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsoniano en Washington (EE.UU.), se hacía a finales del 2004 mientras revisaba esqueletos almacenados del carnívoro.

Por esos años, las revisiones taxonómicas que Helgen realizaba a varios esqueletos y pieles de olingos arrojaban un patrón constante: había una especie que era de menor tamaño, con una cabeza y dientes mucho más pequeños. La tonalidad de su denso pelaje era café-rojiza más clara, tenía orejas pequeñas y mantenía una cola más larga y con un color de anillos distinta a todas las demás muestras. En ese instante, Helgen sabía que estaba frente a una especie diferente de olingo. Para estar seguro de su hipótesis empezó a reclutar científicos. Con él sumaban ocho, incluido el biólogo ecuatoriano Miguel Pinto, quien terminaba una pasantía en el Instituto Smithsoniano. Para el 2005, el equipo de científicos había recopilado en museos de EE.UU. y Europa información que confirmaba que en Sudamérica existía una especie que por más de 100 años había sido erróneamente categorizada dentro de una de las tres clases de Bassaricyon, nombre científico del olingo, y que estaba siendo confundida con cuchuchos, mapaches, monos y cusumbos.

Pinto califica al hallazgo del carnívoro como uno de los últimos que se podrían dar en el planeta, pues explica, que de las 30 millones de especies que existen en el mundo, 5.500 son mamíferos; y de estos solo 280 son carnívoros. A esto suma que en los últimos 60 años se descubrieron en América solo dos nuevas especies de carnívoros: en la década de 1980 un chucuri (Mustela Filipei) que vive en bosques nublados de Colombia; y en los años 50 el león marino de Galápagos (Zalophus wollebaeki). Debido al pequeño tamaño entre los olingos, el grupo identificó a la especie que estudiaban como olinguito. En el 2006 se organizó una visita a Ecuador.

El grupo realizó su primer avistamiento a mediados de ese año en el área protegida de Otonga, un remanente de bosque nublado en Cotopaxi. Pinto grabó por segundos a un animal con las características de un olinguito, que saltaba entre las ramas. De esta observación se constató que aunque es carnívoro su alimentación se basa en aguacatillos, higos y uno que otro insecto; y que pueden existir miles de ellos pero no ser una población muy saludable. Un avistamiento posterior se dio en la reserva ecológica de Tandayapa, al noroccidente de la provincia de Pichincha. El equipo continuó con el análisis para respaldar un documento científico que avale la existencia de la especie bautizada como Bassaricyon neblina. Solo fue hasta mayo del 2013, es decir, casi diez años después de iniciada la investigación, que se concluyó un estudio de 83 páginas, en el que se daba una identidad propia al olinguito.

Este descubrimiento quedó refrendado el pasado 15 de agosto, cuando el estudio fue publicado en la revista ZooKeys. Pinto sostiene que la identificación del olinguito es el primer paso para conservar a esta especie que puede estar en peligro si continúa el avance de la frontera agrícola y de los asentamientos humanos, en un bosque nublado del cual actualmente solo queda en Ecuador el 40%.

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