El telescopio espacial Spitzer, que vigila de cerca a la nebulosa Orión, ha captado durante años la actividad de las estrellas que nacen en su interior dejando imágenes tan asombrosas como las que acaba de publicar la NASA en su página web.
La nebulosa de Orión se encuentra a unos 1.350 años luz de la Tierra y a una longitud de onda cercana al doble del tamaño de lo que puede detectar el ojo humano, por lo que el telescopio abre una ventana única a la región interestelar.
La escena cósmica muestra el apogeo del brillo de las estrellas jóvenes, que suele disminuir debido al cambio de las temperaturas en la superficie de la estrella.
El telescopio Spitzer nunca pierde de vista a las estrellas que se forman en la nebulosa de Orion y muestra sus cambios lumínicos desde su nacimiento. Las estrellas más brillantes de esta región cósmica se aglutinan en el cúmulo del Trapecio de la nebulosa.
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