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sábado, 14 de marzo de 2009

¿Cómo un 'bebé medicamento' puede salvar la vida de un hermano enfermo?

Después de la alegría que ha supuesto para Soledad y Javier, que su hijo Andrés, un pequeño sevillano de siete años, haya superado una anemia congénita severa, gracias a la sangre del cordón umbilical de Javier, su hermano. Es lógico plantearse qué pasos han sido necesarios para que Javier haya podido donar células libres de la enfermedad genética hereditaria que padecía su hermano.

El primer paso para concebir un 'bebé medicamento' es que los padres reciban un diagnóstico genético preimplantatorio. Esta técnica consiste en someterse a una fecundación in vitro (la que se produce fuera del cuerpo materno), realizar un análisis genético a los preembriones, seleccionar aquellos libres de la enfermedad hereditaria (compatibles con el hermano que necesita el trasplante) e implantarlos en el útero de la madre.

Este tratamiento es importante porque evita la transmisión de enfermedades hereditarias de padres a hijos. Pero, hasta hace un par de años, no era posible hacerlo en España por las cuestiones éticas que plantea la selección genética de embriones.
Extraer sangre del cordón umbilical

El segundo paso, después del nacimiento del bebé donante, es extraer sangre del cordón umbilical (con glóbulos blancos, rojos, plaquetas... libres de la enfermedad genética congénita) y hacer una serie de transfusiones (cada una de ellas dura una media hora) al hermano receptor durante varios meses, hasta que no quede sangre infectada en su cuerpo.

Las complicaciones pueden venir después, ya que hay veces que aparecen los efectos secundarios propios de un trasplante (fiebre, escalofríos, náuseas o vómitos) y sobre todo el temido rechazo. Aunque en estos casos, al tratarse de células seleccionadas previamente, la posibilidad es mínima y la recuperación del hermano enfermo casi siempre es safistactoria.

Además, en todo el proceso, desde que se extrae la sangre tras el parto hasta que llega al banco genético en el que se almacenará, los tiempos son fundamentales. En general, se considera que no pueden transcurrir más de 48 horas desde su obtención hasta que se congela para su posterior transfusión.

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